lunes, 27 de abril de 2015

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Cuando el fuego de la pasión se apacigua lo suficiente como para abrazar a lo vulnerable sin quemarlo y sin apagarse,  el amor se hace completo y la función sagrada del fuego se revela. El fuego del sexo encuentra su complemento en el espacio de la vulnerabilidad, y ese espacio es siempre un espacio acuoso, en el que la naturaleza sagrada del fuego es puesta a prueba. Casi todas las pasiones mueren allí y se consumen, en vez de trascenderse y utilizar la profundidad del agua para reconocer su verdadera naturaleza, que es dar calor a lo profundo. Cuando el fuego da calor sin sucumbir a lo profundo, las flores de lo misterioso pueden florecer en el corazón de los amantes y ponen en sus ojos la mirada que es capaz de reconocer la belleza para caminar en belleza. Agua y fuego son las dos caras de la misma moneda, el anverso y el reverso del corazón. Abrir el corazón es permitir que estos dos espacios se encuentren y fundan su naturaleza en un espacio nuevo de amor y conciencia, que no es enteramente agua ni enteramente fuego. Que es agua y fuego, sensibilidad y sexo,  amor y trascendencia. 

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