Amar y entregarse a la Diosa sin perderse en ella es la tarea del tantrika. Para eso mantiene abierto su corazón y su conciencia afilada como una espada siempre lista para cortar de raiz el cuello de cualquier pensamiento que lo distraiga de estar presente y atento al estremeciento que le provoca el contacto íntimo y profundo con su fuego interno y su propia energía.
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